Por: Diego Mendoza

Twitter: @Diego_menher

 

El economista argentino, Adrián Ravier, compartió recientemente a través de su cuenta en Twitter un interesante ensayo en el cual se adentra en la historia de la Escuela Austriaca, intentando brindar luz a sus raíces y etapas. Labor más que interesante para los seguidores de esta Escuela, pero que requiere de un minucioso trabajo.

A continuación, intentaré hacer breves resúmenes de cada uno de los puntos que Ravier trata en su ensayo, para terminar de dar un empujón a quien tenga curiosidad sobre el tema.

En primer lugar, el economista advierte acerca de la importante influencia que tuvo la “filosofía occidental que surge en la Antigua Grecia”, -aunque advierte que es difícil de rastrear con exactitud-, en la “fundación y desarrollo de la Escuela Austriaca”. Tomando como ejemplo a Hesíodo, sostiene que este , ya en el siglo VIII a.C., trató el asunto de la escasez considerándole “una constante en todas las acciones humanas”, por lo que era un factor determinante en la asignación de los recursos, premisa que luego será una de las piedras angulares de análisis austriaco.

Así mismo, comenta que los sofistas, estudiosos de la palabra como instrumento del pensamiento, “simpatizaban con el comercio, el ánimo de lucro y el espíritu empresarial”, y mostraban una latente desconfianza al poder centralizado.

Ravier, además, no deja pasar por alto las diferencias que se suscitaron entre los filósofos Platón y Aristóteles en torno a la propiedad, puesto que, mientras Platón proponía la superioridad de la propiedad común para evitar los conflictos, Aristóteles defendía la propiedad privada por considerarla intrínseca a la naturaleza humana.

Pero pese a estas diferencias, que han abierto hasta el presente ricos debates, ambos filósofos confluyen en la desconfianza hacia los intercambios, por asumirlos como “un juego de suma cero”, y en torno a la condena al “lucro y los préstamos de dinero a interés”, acciones tomadas como usura y que llegarían a permear años después en el pensamiento de Santo Tomás de Aquino, quien rescató las ideas grecorromanas del derecho natural.

Dando un salto agigantado en el tiempo, la historia de corrientes de pensamiento previos a la Escuela Austriaca, vuelve a ser retomada en los lustros del siglo XVI, según se aprecia en el ensayo. Pues en esta época los escolásticos de la Escuela de Salamanca realizan importantes aportes al análisis económico al recuperar y replantear conceptos en base al valor de los bienes, las preferencias temporales, el dinamismo del mercado, e incluso la inflación como fenómeno negativo derivado del intervencionismo estatal, entre otros temas.

De esta corriente de pensadores, Ravier menciona por ejemplo a Francisco de Vitoria, Juan de Mariana, Diego de Covarrubias y Leyva, Luis de Molina, Martín de Azpilcueta, etc. Alguno de los cuales, reseña, también realizaron valiosos aportes en materia de política, trayendo a colación el caso de Juan de Mariana, quien defendía la autoridad de los ciudadanos sobre la de cualquier monarca, por lo que veía como inaceptable el gravamen impositivo sin una consulta previa.

Siguiendo el avance hacia el presente, el economista hace lo que aprecio como una merecida exaltación a la figura de Richard Cantillon. Muy previo a Adam Smith, este banquero irlandés desarrolló “contribuciones a cuestiones metodológicas y de epistemología de la economía”, y a su vez se animó a estudiar cuestiones como “la determinación de los precios, la incertidumbre y la función empresarial”, sin dejar pasar por alto sus aportes al campo monetario y de ciclos económicos, que sin duda lo convierten en un “proto-austriaco”.

Contemporáneos a Cantillon, varios pensadores franceses organizaron lo que Ravier cree fue “posiblemente la primera escuela de pensamiento económico”, en la que resaltan figuras como François Quesnay y Anne Robert Jacques Turgot, fieles defensores de la libre empresa y el libre comercio interior y exterior, en un momento en que cuenta, imperaba el mercantilismo en muchos países europeos.

De igual forma, “explicaron que la acumulación de dinero no es crucial para alcanzar la riqueza, ya que este solo es un medio de intercambio que permite cambiar bienes por otros bienes reales”.

En el siguiente punto, se toca el aporte hecho por Adam Smith al pensamiento económico, a través de su obra La riqueza de las naciones, donde el escocés aviva nuevamente el concepto de orden espontáneo de mercado y de individualismo. Por supuesto, Ravier no pasa por alto el retroceso que significó que Smith se hubiera adherido a la teoría del valor trabajo que llegará años después a ser absorbida por Karl Marx.

Haciendo un paréntesis, el economista hace un llamado de atención sobre la figura de John Elliot Cairnes, a quien en varias oportunidades se le refrenda como “el último economista clásico”, por considerar que “nadie comprendió tan claramente como él la necesidad de descubrir leyes económicas de carácter universal, aplicables a todo tiempo y lugar, a priori de la evidencia empírica”, que viene a ser “la base metodológica de los tratados de economía modernos” de la Escuela Austriaca.

Dando un giro al compás, en el ensayo también se tratan las ideas que en materia de ciencias políticas han aportado varios pensadores para procurar proteger la libertad individual que da campo para el desarrollo en materia económica. En este sentido se menciona a John Locke, quien dio argumentos sobre la importancia de “colocar límites al poder”. Siendo su obra de gran influencia en los padres fundadores de los Estados Unidos de Norteamérica, así como la del francés Charles Louis de Secondat, señor de la Brède y barón de Montesquieu, el cual, en El espíritu de las leyes, hablaba acerca de la división de los poderes y la representación de los ciudadanos en el poder legislativo a través de diputados elegidos por votación.

A partir de este punto en adelante, Adrián Ravier empieza el despliegue de autores considerados propiamente de la corriente de la Escuela Austriaca, partiendo desde Carl Menger, cuya obra Principios de economía política, se tiene por fundacional. En este mismo tramo del ensayo se pasea por los aportes hechos por Eugen Böhm Bawerk, Ludwig von Mises, Friedrich von Hayek, Joseph Schumpeter, hasta llegar a Ludwig Lachmann, Israel M. Kirzner y Murray Rothbard. Autores estos que profundizaron en los ya mencionados temas como la teoría del valor, el orden espontáneo, las preferencias temporales, el dinamismo y orden espontáneo del mercado, el ciclo económico, además de desarrollar otros puntos como la teoría del capital, y el concepto de expectativas subjetivas.

Todos estos asuntos siguen dando pie a extensos e interesantes debates que obligan a las personas afines a investigar, dilucidar, plantear, defender, corregir y replantear conceptos. Por lo que la Escuela Austriaca se podría describir como una corriente que impulsa al estudio permanente de la economía, adentrándose en todo campo que tenga engranaje con esta.

Particularmente, felicito a Adrián Ravier por compartir su excelente ensayo.

Para leer el ensayo completo ingrese en:

https://www.procesosdemercado.com/index.php/inicio/article/view/780/867

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