La tensión entre el estado de Texas y el gobierno federal muestra un creciente separatismo histórico, económico e ideológico dentro del país

Por Olivier Roqueplo

Hace muchos años el demógrafo francés Emmanuel Todd habló de la ineluctable decadencia socio-económica de EE. UU. tras la caída de su nivel de vida, de salud y de educación. La ascensión política de Donald Trump, el asunto del Capitolio en enero de 2021 y hoy la crisis de la frontera entre Texas y México nos demuestran que tenía razón, como lo explicábamos en un libro llamado Crónica anunciada de la III Guerra Mundial (Roqueplo y Chacón-Solar, 2023). ¿Ha empezado súbito el fin de EEUU, como lo fue con la URSS en 1990-91?

1-La crisis de la frontera mexicana

Este enero de 2024, el gobernador de Texas decidió el reforzamiento del dispositivo policiaco y militar de la frontera de su estado federado con México. La razón es bien conocida: no solo el tamaño de la inmigración mexicana y latinoamericana es cada vez más enorme, sino que una parte considerable de la inmigración es vinculada a los carteles de narcotraficantes armados que reinan en muchas regiones de México. El resultado es un desafío histórico para la seguridad de Texas, un estado mayor, rico y petrolífero de EE. UU.

La decisión del gobernador es lógica. Pero el gobierno federal de Washington (DC) decidió destruir el dispositivo texano por considerarlo algo ilegal. Hace unos días la Corte Suprema de EE. UU. apoyó al gobierno federal por un juicio que todavía puede rechazar Texas. No obstante, en cualquier caso, el gobernador explicó que no aceptaría abandonar su sistema de seguridad de la frontera. Recordamos que adentro de EE. UU., Texas -como cualquier otro estado federado- tiene sus propias tropas (Guardia nacional) y que tiene una importancia considerable. Pues se trata de un conflicto entre dos poderes, el poder federal y el poder regional texano, ambos legítimos.

El tamaño de la crisis regional cambió radicalmente con el apoyo inmediato de 25 otros gobernadores de estados a Texas sobre los 50 gobernadores de EE. UU. Pues la mitad del país-., incluso las élites regionales, se opone al gobierno federal. Es un momento de una gravedad histórica para EE. UU. La última vez que una crisis de ese tipo tuvo lugar fue en 1860 cuando el gobernador de Carolina del Sur se opuso al gobierno federal y recibió la alianza de todos los gobernadores sureños, y esto fue el inicio de la legendaria Guerra de Secesión, el asunto más importante de la corta historia de la nación americana. ¿Vamos a otra secesión en 2024?

2-Separatismos históricos, económicos e ideológicos en EE UU

La tensión es muy alta entre Texas y EE. UU. La historia particular de Texas llama la atención. Este gran estado federado fue independiente entre 1836 y 1845 antes de entrar en la unión. Una generación más tarde, hizo parte él de los 11 estados sureños que pelearon militarmente contra el gobierno federal durante la Guerra de Secesión (1861-65) para obtener nueva independencia. Dos elementos que explican el carácter libre de Texas.

De todos los 50 estados federados norteamericanos es él quien tiene más legitimidad. De cierto modo, esto explica su tentativa de oponerse a Washington DC, lo que todavía no es separatismo pero que podría volverse muy pronto.   

Texas, sin embargo, no es el único estado en tener tendencias separatistas. Florida, todos los estados sureños que recuerdan su independencia de los años 1860, y además la riquísima California, Oregón, unos pequeños estados de Nueva Inglaterra también. Fuera de la historia regional, todos ellos son estados que podrían vivir en la opulencia fuera de EE. UU. por tener recursos considerables o por ser paraísos fiscales.

Pero hay más. La crisis ideológica interna que se volvió muy visible bajo Obama y que tiene sus raíces en los años 1970, alcanzó hoy su apogeo. Muchos analistas escriben que el presidente Trump fue un personaje que dividió la sociedad estadounidense en dos: los rojos (republicanos trumpistas) y los azules (demócratas). Se equivocan. Trump representa solo la respuesta de la mayoría de la sociedad a una secesión ideológica cada vez más fuerte por parte de ideólogos y élites demócratas que imponen modelos inaceptables para muchos: LGBTismo, wokismo, feminismo fanático, y el poder de minorías contrario al principio de la democracia (= poder de la mayoría).

Son esas innovaciones las que están rompiendo la unidad de la sociedad estadounidense y no la personalidad del señor Trump. Se trata entonces de algo profundo y es muy lógico que la secesión ideológica de los azules tenga como efecto el rechazo por los rojos y al fin y al cabo la secesión política de los estados rojos contra el gobierno federal dominado por la ideología azul.

La idea de una posible secesión de los numerosos estados rojos sureños y centrales (Midwest, Montañas Rocosas) contra Washington DC y contra los estados azules de las dos costas oceánicas surgió como una bomba al momento del asunto del Capitolio cuando unos grupos políticos rechazaron la victoria del demócrata Biden. El miedo de la decadencia moral, cultural, social y económica representada por los Biden y Blinken bastó como fundamento de esta idea de secesión de los estados rojos. Hoy, al final, ella está haciendo sus primeros pasos.

3-Los estados federados como último recurso de oposición política en la democracia de EE UU

EE. UU. fue históricamente una de las primeras federaciones del mundo junto a las Provincias Unidas holandesas. Recordamos que los 13 primeros Estados Unidos fueron un grupo muy diferente en sus inicios (anglosajones, alemanes y holandeses, de varias confesiones protestantes) que se unieron para la guerra contra Gran Bretaña y para la independencia.

El sistema federalista permite a los ciudadanos víctimas de los abusos ideológicos del lejano y omnipotente gobierno central (Gran Bretaña en el siglo XVIII, Washington DC hoy en día) buscar la protección de autoridades de otro nivel, más cercanas: los estados regionales fundadores, o sea más antiguos que la federación llamada EE. UU. Así funciona la democracia estadounidense. Lógicamente, la crisis total del estado federal, obvia desde los tiempos de Obama, la incompetencia e irresponsabilidad del gobierno Biden en asuntos vitales, condujeron al renacimiento político de los estados federados como remedio y último recurso para la población. Los gobernadores que son casi presidentes y mucho más populares que el de Washington DC tienen hoy la responsabilidad de mantener el orden y la normalidad para los ciudadanos incluso en asuntos de fronteras, es decir de soberanía externa. Eso es entonces una señal fuertísima de que la federación llamada EE. UU. está cayendo y descomponiéndose de adentro.

El poder real está reconquistado por los estados federados. Es la venganza de la historia olvidada y ocultada por los wokistas. En el contexto siniestro de la desdolarización mundial mientras que la astronómica deuda pública dependiente del valor mundial del dólar, de las miserables guerras extranjeras (derrota en Ucrania, genocidio en Palestina, fracaso probable en Yemen), de la corrupción de toda la familia Biden, y de los juicios ilegítimos contra el señor Trump, que sin embargo está ganando cada vez más popularidad, parece probable que las elecciones de 2024 serán un evento muy tenso, quizás un inicio de guerra civil entre el poder federal y los poderes federados bajo banderas rojas y azules, para cualquiera que sea el nuevo presidente.  Con los sureños y con Texas, nunca pasará la tiranía federal.

4-EE UU pertenece a una temporalidad que está acabándose

EE. UU. es un país nacido al fin del siglo XVIII como encarnación del liberalismo protestante antimonarquista y del colonialismo clásico triunfante dirigido contra los indígenas y contra el mundo hispánico. Su papel excepcional en la historia mundial desde el fin del siglo XIX como modelo del desarrollo resulta de esta temporalidad y de sus bases ideológicas fundamentalmente modernas, el país más moderno del mundo. Nunca fue EE. UU. un estado nacional sino un tipo de imperio inglés e internacional de ultramar, revolucionario y masónico, bastante semejante a la URSS en cuanto a sus bases: un estado ideológico y mesianista. El fin de nuestra segunda década del siglo XXI en el mundo entero se manifiesta:

_ por el fin del colonialismo clásico (mira Roqueplo: ”El multipolarismo y el fin del colonialismo norteatlántico”// La Ventana Rota),

_por la grave crisis demográfica de todos los pueblos europeos incluso EE UU y Rusia,

_ y además por la descomposición del liberalismo político y de las ideologías nacidas de “Las Luces” del siglo XVIII. Así vemos la crisis probablemente final de la democracia occidental, transformándose al mismo tipo en tecnocracia, oligarquía y poder de minoridades etno-sexuales que imponen sus leyes propias a toda la sociedad (leyes casi privadas, o sea, privilegios, exactamente contra lo cual peleaban los fundadores de EE. UU. en el siglo XVIII).

El sentido profundo de este inmenso cambio mundial es que todas las bases de la nación están rápidamente desapareciendo y eso pone en duda la razón por qué existe EE. UU.

Desde los años 1970, los filósofos estadounidenses y franceses, han deconstruido la modernidad. Ésa está muriendo hoy. ¿Sobrevivirá EE. UU. – su encarnación política – a esta muerte? Parece imposible. No significará que los 50 estados federados desaparecerán en polvo, pero la federación estadounidense construida en 1791 y su enorme potencial ya hacen parte de una época pasada. El mundo entero debe enterarse de eso.

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