Ningún país puede desarrollarse sin tener una visión de largo plazo y eso es justamente lo que ofrece la geopolítica

Por Jorge Chacón Solar

Venezuela no tiene una teoría geopolítica propia. Hemos tenido, eso sí, apuntes para desarrollar una teoría geopolítica para nuestro país, esbozos, comentarios de cafetería, apreciaciones, artículos cortos y notas al margen en una conferencia o en alguna clase.  

A lo sumo habremos hecho intentos por adaptar a nuestra realidad algunas teorías geopolíticas europeas y estadounidenses, pero eso es todo lo que hemos hecho.

No tenemos una teoría geopolítica, y esto es muy grave porque significa que Venezuela no sabe dónde está, ni para dónde va, ni de dónde viene; tampoco sabe por qué existe, para qué existe, ni cuál es su rol en el mundo. 

La geopolítica es, en términos muy simples, una visión del mundo; pero no es cualquier visión. Es una forma de ver el mundo, pero también de comprenderlo. 

De comprender los mecanismos que mueven a los países; de comprender la estructura y la dinámica de las relaciones entre el Estado, la población y el territorio. También, y esto es muy importante, es una visión del lugar que el país ocupa en el mundo. 

Podríamos rescatar esfuerzos de altísimo nivel realizados por venezolanos para construir y aplicar una teoría geopolítica nacional. La iniciativa llevada a cabo por Juan Pablo Pérez Alfonso para crear la OPEP y darle a Venezuela un rol protagónico en los mercados energéticos mundiales de la época, y en consecuencia, en la geopolítica mundial, es quizás el mejor ejemplo de la utilidad de tener una teoría geopolítica nacional. 

Toda teoría es precedida siempre por un pensamiento. Para que exista una teoría geopolítica, necesitamos tener primero un pensamiento geopolítico, y para tenerlo quisiera mencionar algunos puntos claves que debemos tomar en cuenta. 

En primer lugar, debemos tener un pensamiento de largo plazo que nos permita ver varios siglos en el pasado y también proyectarnos varios siglos en el futuro.

La geopolítica solamente se puede entender en un largo (larguísimo) plazo. Lo que la población venezolana haga hoy -y también lo que no haga-, tiene efectos que perdurarán en cien y en doscientos años. 

En segundo lugar, debemos entender a Venezuela como un ente político único y específico, que no es ni un Estado, ni un gobierno ni menos aún un partido político. 

Tercero, debemos asumir que Venezuela y el mundo son entes dinámicos cuyas características cambian a lo largo del tiempo. 

Como cuarto punto, es necesario tener muy presente la diferencia entre una teoría geopolítica nacional y un discurso personalista hecho por y para caudillos (haber tenido a Chávez viajando por el mundo dando discursos y regalando dinero no obedece a una proyección geopolítica y estratégica nacional sino a una decisión individual de un caudillo víctima de fantasías mesiánicas).

En quinto lugar, debemos entender que la geopolítica asume que existe la voluntad de realizar una proyección del poder nacional sobre el mundo y de expandir las fronteras y el área de influencia del país. 

Por último, la construcción de un pensamiento geopolítico, si bien tiene un efecto sobre millones de personas, es una tarea eminentemente intelectual y académica realizada por muy, pero muy pocos especialistas. 

En definitiva, ningún país puede desarrollarse sin tener una visión de largo plazo y eso es justamente lo que ofrece la geopolítica. Venezuela jamás podrá desarrollarse sin un pensamiento ni una teoría geopolítica propias.

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