El economista José Guerra estima que enero podría cerrar con una inflación muy cercana al 50 %.

Por Diego Mendoza

La desaceleración de la inflación, marcada en los primeros meses de 2022, no fue sostenible, y el año cerró con una inflación de tres dígitos que enciende nuevamente las alarmas en torno a un proceso de hiperinflación.

Esta problemática condiciona el 2023, que también arrastra un tipo de cambio oficial en permanente devaluación frente al dólar. Ante este clima hostil para las finanzas de cualquier ciudadano, trabajadores públicos de los sectores educación y salud han decidido protestar para exigir mejoras salariales.

En función de buscar comprender el trayecto que transita la moneda nacional y proyectar en qué podría derivar la situación monetaria, Diario La Nación conversó con el economista José Guerra, exgerente del Banco Central de Venezuela (BCV) y exdiputado de la república, quien ha estudiado a fondo los procesos inflacionarios en Venezuela.

Basados en los datos del Observatorio Venezolano de Finanza (OVF), el 2022 cerró con una inflación de 305,7 %. Únicamente en diciembre, la cifra ascendió a 37,2 %. ¿Diría usted que el país está a punto de regresar a una hiperinflación?

J.G: En economía, la definición de hiperinflación es cuando existe una inflación mensual de 50 %. Ciertamente diciembre cerró por debajo de esta cifra, pero buena parte de los rubros del Índice de Precios al Consumidor (IPC) que calcula el OVF, registró aumentos que superaron el 50 % mensual.

Por lo tanto, estamos nuevamente a las puertas de una hiperinflación. Con ver el curso que lleva el bolívar en el mercado paralelo y el oficial del BCV en estos primeros días de enero, es claro que la devaluación ha sido sostenida y acelerada, con lo cual la inflación que estamos empezando a estimar para este mes pudiese perfectamente ser cercana al 50 %.

Si uno compara este inicio de año 2023 con los anteriores, se dará cuenta que estamos ante la mayor devaluación de la moneda en por lo menos dos o tres años.

En los primeros diez días de enero del año pasado, la devaluación no llegaba a 1 %, mientras que, en el mismo periodo de este año, la devaluación ya ronda el 20 %. De manera tal que este acelerado incremento puede perfectamente derivar en una hiperinflación.

Los venezolanos vieron por un tiempo cómo se desaceleraba la inflación, siendo, por ejemplo, de un 3,6 % la registrada en abril del año pasado, según datos del OVF. Por lo tanto, ¿a qué se debió esa desaceleración y por qué no se mantuvo?

J.G: Durante lo que fue el primer cuatrimestre de 2022, hubo datos de una inflación relativamente blanda debido a que la devaluación fue tenue, lo que impactó en los precios de manera moderada. Incluso la de febrero fue todavía más baja, de 2,9 %, una cifra sin duda elevada para otros países, pero que para la dinámica de la economía venezolana parecía un éxito.

Posteriormente, se descontroló nuevamente el precio del dólar, porque el BCV, tratando de anclar la moneda, empezó a perder reservas internacionales, hecho que particularmente me ha preocupado, teniendo el Banco Central menos capacidad de intervención en el mercado. Adicional a ello, el Gobierno comenzó a un proceso de gasto importante.

De manera tal que lo que se obtuvo fue un gasto en bolívares incrementado desde el Estado, y una restricción de dólares, escenario que, para los venezolanos que han aprendido la lección de la hiperinflación, supuso una señal para empezar a deshacerse de los bolívares, comprando bienes y dólares, que ha derivado en incrementos acelerados de precios.

Es importante saber que para mantener la moneda estable se requieren dos condiciones, la primera es que el Banco Central tenga reservas para poder colocar en el mercado una oferta suficiente de dólares; y, en segundo lugar, que los agentes económicos opten y prefieran tener la moneda nacional. Esto no se cumple actualmente.

Y mientras se mantenga presente la alarma real de inflación, la gente en vez de postergar el consumo, lo va a hacer lo más inmediato que le sea posible, generando así presión sobre la economía, que después, al conducir este consumo a un aumento en los precios, llevará a que esas mismas personas demanden dólares.

En este sentido, con un dólar cuyo precio aumentó 275 % durante el 2022, en la tasa de cambio del Banco Central de Venezuela (BCV), según el OVF. ¿Sigue siendo sostenible el sistema de cambio oficial?

J.G: Este sistema colapsó. Ocurrió porque se basaba en el anclaje del tipo de cambio, y este régimen está muy expuesto a fluctuaciones que obligan a tener una gran credibilidad y poder de acción, desde el punto de vista de las reservas del BCV, para que se mantenga fijo. Ambos factores están ausentes.

Además, el resto de la política económica, particularmente la fiscal, tiene que ir acorde con la implementación de este sistema, porque no se puede pretender tener un tipo de cambio fijo mientras se están gastando Bs. de manera permanente.

Si se evalúa la página del BCV desde lo que ha fue el mes de septiembre de 2022 en adelante, lo que se tiene es una devaluación prácticamente diaria de la tasa de cambio.

Ahora mismo ni siquiera hay la posibilidad de crear, técnicamente hablando, un ancla monetaria con la cual establecer las tasas de interés de referencia, porque en una economía tan frágil como la venezolana, no se pueden colocar dichas tasas a igual ritmo que la inflación, encontrándonos de esta forma en un dilema muy grande en cuanto a política económica.

Por último, sumado a los datos de inflación anual, la firma Ecoanalítica asegura que los precios marcados en dólares subieron hasta un 54 % durante el 2022, lo indica que el costo de la vida sigue aumentando pese a la moneda que se utilice. Y en este sentido, vemos que este año inició con protestas por parte de trabajadores de sectores como educación y salud que exigen mejoras salariales, pero, ¿qué tan factible es atender estas demandas, y a su vez, llevar a cabo una política antinflacionaria que con el tiempo devuelva la solidez al bolìvar?

J.G: En estas circunstancias es imposible. No se pude porque hay un divorcio entre la política fiscal, monetaria y cambiaria. Ahora mismo el deseo de tener una moneda estable no se puede cumplir.

Por esta razón yo he propuesto que se permita la libre circulación de monedas, mientras se constituye un programa económico. Con la libre circulación de monedas, se tendría la libertad de transar y ahorrar en cualquier moneda que se prefiera.

Lo que se está haciendo al sector público, pagando únicamente con Bs., es una estafa. Se está obligando a recibir una moneda en permanente devaluación.

La solución no es fácil, pero sin duda, la peor de todas es tratar de mantener un tipo de cambio fijo que no es creíble porque no hay cómo mantenerlo, ni siquiera con el flujo de dólares que ingresa de la venta de petróleo, por lo tanto, lo recomendable es que el tipo de cambio flote y que circulen legalmente otras monedas.

Todo esto mientras se crea un programa económico creíble, con apoyo de organismos multinacionales que a su vez ofrezcan inyecciones de dinero que fortalezcan las reservas internacionales del BCV. Porque, al final, la moneda es la expresión de la macroeconomía, si a la macroeconomía le va mal, así le irá a la moneda.

Publicado por primera vez el 16 de enero de 2023 en Diario La Nación del Táchira

Entrevista en La Ventana Rota pódcast

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