Más del 80% de los sancristobalenses no estarían pagando los impuestos municipales

Por Diego Mendoza @diego_menher

En días recientes, el alcalde del municipio San Cristóbal manifestó su molestia ante la falta de pago a tiempo de los impuestos para la alcaldía, manifestando que los sancristobalenses tienen “poca cultura tributaria”.

Según el mandatario, a la fecha, junio de 2023, más del 80% de los contribuyentes no ha cancelado las obligaciones que están establecidas en la ley.

En este breve artículo me dispongo a explicar por qué considero que lo dicho por el alcalde debe ser causa de un orgullo profundo.

Para empezar, creo indispensable comprender la naturaleza de los impuestos, y para ello utilizaré un ejemplo sencillo.

Primer caso: seguro que alguno de los lectores tiene un familiar, amigo o conocido que se dedica a la agricultura o la ganadería en el país. O al menos, se ha enterado a través de los medios de comunicación de las múltiples denuncias que realizan varias de estas personas en vista de que miembros de diferentes grupos armados llegan a tocar las puertas de sus casas para exigir el pago de cierto monto de dinero.

Estos sujetos armados, establecen el día que realizarán el cobro al productor agrícola, el cual debe acceder ante la amenaza real del uso de la fuerza.

Los cobradores advierten que de no efectuase el pago, habrá consecuencias, dentro de las cuales se contempla el despojo de ganado o producción, el secuestro, o incluso la pena capital.

A cambio, presentado como un beneficio, casi misericordioso, el cobrador sugiere que brindará seguridad. Como si de un contrato hecho de manera voluntaria se tratase, donde cualquiera de las partes puede salirse cuando así lo decida.

Pues bien, supongo que la historia que acabo de presentar, ha causado a muchos de ustedes molestia, miedo y un tanto de impotencia. Esto ocurre porque se considera que se le está causando un daño injusto a alguien, es precisamente esta la razón por la que se denuncian estos hechos. Además, desde un punto de vista económico, se considera un desincentivo a la labor en el campo, por lo que terminaría a su vez afectando a terceros que dependen de la producción obtenida.

Ahora bien, aquí cierro el ejemplo y expongo las ideas a considerar a partir de un segundo caso: tome usted la misma historia, pero donde escribí “sujetos armados” o “cobrador”, coloque “funcionarios del estado”, y borre de la consecuencia por no hacer el pago la “pena capital”. Les pregunto, ¿Qué resulta? Así es, los impuestos.

De hecho, su propio nombre da una clara lección de la naturaleza de este cobro, pues es sencillamente una medida establecida por la fuerza.

Lo curioso aquí es, ¿Por qué el primer caso planteado es condenado y rechazado, pero no así con el segundo? Hay quienes incluso desean crear nuevos impuestos, o aumentar los existentes.

Por mi parte, supongo que incurrir en esta contradicción se debe a que este régimen ha existido desde hace siglos, por lo que la obediencia sería un asunto de costumbre, como cualquiera de ustedes se puede percatar que lamentablemente muchos productores del campo están acostumbrados a pagar a los sujetos armados.

En este punto, tal vez, algunos podrían sostener que hay una diferencia que estoy pasando por alto, y ella sería que esta carga impositiva que se nos cobra es acordada en un parlamento conformado por individuos elegidos por votación popular. Son estos a quienes, dentro de los derechos que se le delegan, tienen el establecimiento de los montos a pagar, los plazos, e incluso la reducción o eliminación de los mismos, por lo que no es del todo comparable con el primer caso que expuse.

Pues bien, ciertamente, el sistema permite que los representantes que escogemos discutan en torno a este tema, pero, aún así, esto no cambia para nada la naturaleza del cobro el cual como hemos visto, supone tomar decisiones sobre la propiedad del prójimo.

De igual forma, en el primer caso, los productores pueden en ciertos casos negociar con los sujetos armados el día del pago, algún plazo especial por demora, o la entrega de ciertos bienes, en un momento dado, en lugar de dinero. Lo que no pueden, al igual que cualquier ciudadano, es negarse a pagar sin tener que enfrentar una acción violenta.

Es decir, siempre habrá un cobro, a menos que se cuente con una fuerza igual o superior con la cual responder en defensa.

Vale la pena acotar, también, que, al considerar el primer caso, algunas personas pueden llegar a llamar héroes a aquellos que han optado por denunciar el establecimiento del cobro y se han negado decididamente a efectuarlo, arriesgando así sus pertenencias y su propia vida.

Pero, nuevamente, es curioso que estas mismas personas que rinden elogios a dicho heroísmo, señalan como negativo el no pagar impuestos, varias veces argumentando, que esto iría en detrimento de los demás miembros de la sociedad.

Particularmente, considero positivo el hecho de rehusarse en la medida de lo posible a pagar impuestos, dado que esto significa, por una parte, que los individuos sienten un inmenso valor por su propiedad, llegando a enfrentar al monopolio de la violencia por proteger sus pertenencias.

Y, por otro lado, si ese dinero no se paga al estado, puede ser utilizado por su legítimo dueño para los fines que desee. En relación con esto se me viene a la mente el aforismo del premio nobel de economía, Milton Friedman, “nadie gasta el dinero ajeno tan cuidadosamente como gasta el suyo”.

Yo me tomaré el atrevimiento de agregar a esta cita que, aun suponiendo que las personas decidan gastar su dinero en cosas que a un grupo considerable de individuos no les parezca prudente o necesario, como, por ejemplo, jugar bingo, ¿Cuál sería el problema, no es acaso de su propiedad? En tal caso, lo único que deberíamos poder hacer para evitarlo, sería intentar persuadir a dichas personas para que lo intercambien por otras cosas.

El estado, al extraer dinero de nuestros bolsillos, lo único que hace es reducir el ahorro, el consumo y la inversión.

Los funcionarios estatales usan lo recaudado para emprender los proyectos que consideran mejor, bien sea porque les generará mayor popularidad, porque son aquellos que responden a un deseo particular, o porque sirven para beneficiar a un grupo cercano de personas con lo que se tiene un acuerdo previo, fuera del margen de la ley.

Aquí quiero hacer un paréntesis para advertir que, con esto no estoy negando que ciertos proyectos pueden traer beneficios a la mayoría de la sociedad, el asunto es la naturaleza o el origen de los fondos.

Y en este punto es en donde introduzco otra refutación, ¿Qué es aquello que se atiende a través del estado que no puede ser atendido por la función empresarial?

Remitiéndose a las declaraciones del alcalde, este sugiere que el dinero recaudado se necesita porque está siendo utilizado para la recuperación de espacios públicos, obras e inversiones sociales, (supongo que con esto último se hace referencia a hospitales, acueductos, escuelas, entre otras empresas que posee la gobernación).

De pronto, algunos lectores dirán que es una labor necesaria y que genera beneficios para cada uno de los sancristobalenses por igual.

La iniciativa privada puede perfectamente cubrir estas necesidades.

Sé que algunos dirán que actualmente los ciudadanos tienen ingresos muy bajos con los cuales apenas pueden pagar por los gastos más elementales como alimentación, techo y vestimenta. Creo que tienen total razón en ello, y este justamente es el punto neurálgico que quiero estallar:

¿Por qué entonces aplaudir y considerar como beneficioso que se les quite dinero a unas personas tan deprimidas económicamente? Y piense, además, ¿No se encuentran acaso en esta situación precisamente porque el estado se ha enfrascado en violar ampliamente la propiedad, tanto la poseída sobre las acciones como aquella que se tiene sobre los objetos?

Creo que, si el individuo pudiese actuar en libertad, todos tendríamos mejor calidad de vida, porque como señaló alguna vez Adam Smith, la búsqueda del lucro en el libre mercado conduce ofrecer bienes y servicios al prójimo.

Una ciudadanía con libertad generaría más lucro con el cual hacer inversiones. Tendrían las personas con qué pintar las fachadas de sus casas, pagarían por un servicio de aseo que recogiese los desechos y corte el pasto.

Así, cada función que ejecuta el estado la podría realizar la iniciativa privada. Una muestra de ello se encuentra en los sectores salud y educación, donde está presente la función empresarial, es decir, no es que si el estado se retirase estos servicios dejarían de prestarse.

Además, en dado caso que se trate de la producción de algún bien o servicio que ningún individuo quiere emprender, el estado no debe hacerlo, porque esto es sencillamente una clara señal de que la actividad no es rentable por lo que no valdría la pena gastar en ella los siempre escasos recursos.

Pero, entonces, si el estado deja de cobrar impuestos, ¿Cómo se mantendría?

Si esta organización deja de cobrar impuestos, pasaría a ser simplemente gobierno, si nos guiamos por las ideas de Albert Jay Nock.

El gobierno se puede financiar a través de empresas que compiten en el mercado, por ejemplo, ofreciendo servicios de seguridad, arbitraje, litigio, sellos de calidad, asesorías financieras y demás; a su vez de poseer cuentas abiertas para donaciones. Es decir, los dirigentes del gobierno tendrían que trabajar como lo hace cualquier ciudadano.

Y así, quienes estén dispuestos a vivir bajo dicho gobierno, estarán dispuestos a pagarle para que procure el orden y la concordia dentro de un delimitado espacio.

Funcionaría igual que una junta de condominio, la cual es elegida por los residentes del lugar para que se encargue de determinadas labores, entre las que se encuentra, por supuesto, velar por el cumplimiento de las normas de convivencia. Y si alguien en un momento no desea cancelar la cuota acordada, le serían suspendidos ciertos servicios, más gozaría de otros en forma de externalidad positiva, pero, en ningún caso se pondría bajo arresto.

Con esto finalizo mi exposición, la cual, espero sirva para abrir debate en torno a este tema. Y a ese 80% de sancristobalenses que se han negado a pagar los impuestos municipales, mis aplausos, son unos héroes, defensores y difusores de la cultura del respeto irrestricto a la propiedad privada que hace avanzar a las sociedades.

Comparte este artículo:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *