La falta de conocimiento sobre estos temas permite la aparición de personas sin escrúpulos que se aprovechan de la vulnerabilidad e ignorancia

Por Jorge Chacón Solar

La economía y las finanzas nunca tuvieron cabida en el sistema educativo venezolano. Conceptos básicos de economía como mercado, competencia, oferta y demanda o inflación, fueron y son todavía desconocidos para la población. 

La historia trágica de la economía venezolana nos muestra los efectos tan nocivos de la falta de educación financiera.

El país atravesó un proceso de dolarización sin saber por qué subía y bajaba el dólar. El Táchira maneja tres monedas, y aun así mucha gente no sabe calcular tasas de cambio entre estas. Venezuela recibió miles de millones de dólares en remesas, sin que los venezolanos supiéramos cómo procesar una sola remesa.

También nos convertimos en uno de los países más importantes del mundo para el desarrollo de las criptomonedas, sin que la población sepa incluso qué es una criptomoneda.

La falta de conocimiento sobre estos temas permite la aparición de personas sin escrúpulos que se aprovechan de la vulnerabilidad e ignorancia de las personas, porque «el que nadie tiene cualquiera la compra, y el que nada sabe cualquiera lo engaña».

Según un estudio de la UCAB y el IESA, en el 2023 había 3 millones de venezolanos emprendedores, casi la quinta parte de la población adulta del país. El 86% de estos emprendimientos son nuevos, con menos de 3.5 años de existencia. Lamentablemente, la mayoría de estos emprendimientos son de supervivencia, que introducen muy poco valor agregado en sus productos (es común que sean emprendimientos enfocados en la reventa), de un tamaño muy reducido que no generan otros empleos y, tristemente, es común que estas iniciativas empresariales cierren en poco tiempo.

Como profesional del área, puedo afirmar categóricamente que muchos problemas específicos de las empresas -que las llevan incluso a la bancarrota- no nacen en las condiciones macroeconómicas del país (que ya de por sí son muy hostiles y difíciles) sino en la inadecuada y -algunas veces- inexistente formación de los dueños de las empresas en técnicas gerenciales y contables modernas y profesionales. 

Las ventas son bajas porque, en muchos casos, la experiencia de compra del cliente es traumática y profundamente frustrante, ya que es normal que los canales de ventas de las empresas y los medios de pago (ambos van de la mano) sean arcaicos e inoperantes. Por ejemplo, un venezolano en España tiene que encontrar la forma de conseguir desde allá dólares en efectivo con billetes nuevos -pero no tan nuevos, porque entonces tampoco los reciben- para poder comprar los medicamentos que necesita su mamá en Guasdualito. Sobra decir lo ineficiente de esta operación.

También sucede que un empresario ofrezca diferentes precios para un mismo producto de acuerdo al código de país en el WhatsApp de la persona que escribe, cobrándole más dinero si quien escribe tiene un código de un país desarrollado con altos salarios.

La informalidad es profundamente ineficiente, y si la unimos a la ignorancia tenemos una receta perfecta para el desastre. Por ejemplo, un viaje en un vehículo de hace 15 años desde San Antonio del Táchira hasta el aeropuerto de Santo Domingo (2 horas y media) suele costar más que un pasaje en avión desde este aeropuerto hasta Maiquetía. Muchos restaurantes, bares, discotecas y cafeterías tienen que cerrar porque no supieron realizar un estudio de mercado adecuado antes de su apertura. Un software contable y gerencial, en su versión básica, puede ser gratis o costar 10 dólares mensuales; y la inmensa mayoría de emprendedores venezolanos no los manejan. ¿Cuáles son las consecuencias? ¡Que el dinero se pierde!

En este contexto, la educación financiera tiene un rol fundamental e irreemplazable: los emprendedores podrían tomar mejores decisiones gerenciales y comerciales si conocieran los fundamentos de las ciencias administrativas y contables. Además, la inclusión de tecnología en sus negocios (que puede ser gratis) permite controlar y supervisar mejor el negocio. Desde cualquier óptica, los beneficios superan considerablemente a los costos. 

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