En catorce años viajando y con casi 180 países visitados, el motero jamás había conocido uno con un despliegue militar y policial tan grande

Por Diego Mendoza

La serie especial de 20 programas hechos en Venezuela le permitieron a Carlos García, mejor conocido como Charly Sinewan, conocer la realidad que viven los venezolanos a diario.

Charly, un español de 48 años, oriundo de Madrid, quien un buen día decidió encender su moto y sus cámaras para grabar las experiencias que le ofrecían las diferentes carreteras del mundo, tiene como meta llegar algún día a Ushuaia, el llamado “fin del mundo”, en la Patagonia argentina.

En su tránsito por Latinoamérica, Charly decidió entrar a conocer Venezuela. Su interés por pasear, aprender, conocer gente y sentir la adrenalina de no tener una ruta del todo definida, le hizo recorrer cerca de 6.000 kilómetros de vías.

Pero este aventurero y escritor, a diferencia de otros varios creadores de contenido para YouTube, decidió contar todo lo que iba viendo a su paso, hecho que despertó la empatía de unos y la antipatía de otros.

Charly ingresó al país a través del Puente Internacional Atanasio Girardot, ubicado en el municipio Pedro María Ureña del estado Táchira, fronterizo con Colombia. Desde su ingreso, hubo algo que llamó la atención del experimentado motorizado, la cantidad de agentes de seguridad del Estado que se encontraban dispuestos en la vía para llegar a la ciudad de San Cristóbal.

El asombro del viajero fue tal, que, por primera vez, en los catorce años que lleva recorriendo el planeta, decidió emprender un conteo de las alcabalas, o retenes, como les llaman en España, que iba encontrando.

Esta situación se hacía incómoda debido a que en la mayoría de los puestos de control los funcionarios le ordenaron detenerse para realizarle preguntas que iban desde enseñar su pasaporte, hasta el tipo de motor que tenía su moto, o de qué lugar de España provenía. Incluso, en una oportunidad, le llegaron a preguntar si podía regalar algunos litros de gasolina.

Charly había sido informado acerca de los interrogatorios en las alcabalas, donde siempre respondía a cada pregunta, pero jamás imaginó que esta situación se repetiría en un promedio de cada 36 kilómetros (contó 167 alcabalas en su recorrido), hecho que dificultó su avance y le generó molestias.

El español en varias oportunidades les preguntó a los funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana de Venezuela cuál era el propósito de semejante despliegue militar, además, pidió conocer por qué ordenaban su detención en numerosas alcabalas, pero nunca obtuvo una respuesta.

Para el visitante, en un país donde las cosas parecen estar en perfecta paz, el despliegue de funcionarios de seguridad solamente puede tener un propósito, el control y la extorsión de la ciudadanía, hechos que menciona en sus programas, pues consiguió hacerse con varios testimonios, y grabar cómo los camiones llenos de mercancía eran detenidos en estos puestos de control para “su inspección”.

Si este acontecimiento entorpeció el paseo por el territorio venezolano, de manera similar o peor lo hizo el hecho de no conseguir combustible. Para el español, resulta inaudito que en un país considerado “petrolero”, las personas deban hacer hasta un día de cola (fila) para poder surtir algunos litros de combustible, el cual está bajo monopolio estatal, y fuertemente regulado, al punto que, en los estados fronterizos se revende la gasolina surtida en Colombia y Brasil.

Charly debió comprar en varias oportunidades gasolina envasada en frascos de refresco, puesto que las estaciones de servicios que iba encontrando en el camino estaban cerradas, o, justo ese día no le correspondía surtir por el número de placa de su motocicleta, que es un mecanismo que utiliza el estado venezolano para racionar el combustible, y que deja de funcionar en los estados que están en torno a la capital, y en algunas ciudades puntuales como Ciudad Bolívar, donde asombrado ingresó a una estación de servicio sin hacer cola.

Y fue justamente en ese estado, en Bolívar, el más extenso de Venezuela, donde logró corroborar que la alta cantidad de alcabalas no implica en lo absoluto el control del territorio, ya que fue testigo de la explotación con métodos tradicionales de las minas de oro, algo prohibido en la constitución. Pero Charly, a su vez, dejó claro que comprendía la necesidad que tenían las personas de dedicarse a esta labor, en vista de la situación económica que vive el país, en la cual, un maestro de escuela gana 12 dólares mensuales.

En Bolívar, el oro es utilizado a su vez como medio de pago, esto debido a que la moneda nacional perdió por completo su función luego de un proceso hiperinflacionario, siendo los bolívares actualmente aceptados simplemente por obligación del estado. Charly vio cómo con gramos del dorado mineral compraban bienes de consumo en una bodega del Kilómetro 88, municipio Sifontes.

Justo en aquellos territorios, el español expresó no comprender cómo un país con minerales como el coltán, que es fundamental para la producción de microchips, elementos por los cuales países como China o Estados Unidos han emprendido una fuerte e importante competencia de estrategia global, no está siendo explotado, en un país que como él mismo menciona, tiene una de las redes de carreteras asfaltadas más extensa que ha conocido.

Todo parece indicar que, para Charly, Venezuela es el país de las incongruencias, donde la mayoría de los ciudadanos viven con una sonrisa cansada, a la espera de tiempos mejores.

El aventurero durante su viaje vivió en parte el día a día de los venezolanos, quienes, además, sufren cortes en el servicio eléctrico, los cuales, en varios estados del país, pueden extenderse hasta por ocho horas al día, sumado a los problemas con el suministro de agua potable, la falta de gas doméstico y el mal funcionamiento del servicio de aseo.

Por fortuna, también logró toparse con varias personas que le tendieron una mano cuando lo necesitó, como el caso de Javier Escalante, a quien menciona y presenta en el programa. Personas que, aunque viven la calamidad de estar bajo una permanente vigilancia y expoliación, siguen mostrándose amables al visitante.

La cordialidad de las personas hizo que el español quisiera ayudar a la lejana población de Kavanayén que se encuentra en el municipio Gran Sabana, estado Bolívar. Esta aldea, fundada en 1943 por misioneros capuchinos, llevaba más de un mes sin servicio eléctrico tras haber ocurrido daños en el tendido eléctrico del lugar. A través de un vídeo en vivo en YouTube, consiguió recaudar más de 7.000 euros con los cuales brindar ayuda.

Finalmente, Charly Sinewan se marchó contento con los paisajes que registró a través del lente de su cámara, con un sinfín de anécdotas, como el haber podido conocer en persona al motero argentino Sebastián Villanueva, y agradecido con las personas que le recibieron y colaboraron, y al mismo tiempo, pensando que millones de venezolanos quedaron viviendo en aquel sistema de férreo control militar y permanente deterioro de la calidad de vida.

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