Por Diego Mendoza

La historia de la empresa petrolera en Venezuela tiene su inicio en el Táchira, donde un grupo de personas se reunió para fundar lo que se convertiría en un ejemplo de empresarialidad que estuvo en pie por más de 50 años.

En el pozo Zumaque 1, ubicado a 120 kilómetros al sureste de Maracaibo, hay puesta una placa que le indica al público que está ante “el pozo que inició la era de la producción comercial en el país” en 1914, pero los hechos demuestran que hubo un antecedente con un significado importante.

Hacía 36 años antes, el 18 de mayo de 1875, un terremoto con epicentro en la ciudad colombiana de Cúcuta, departamento Norte de Santander, sacudió fuertemente las cercanas poblaciones venezolanas en el fronterizo estado Táchira.

El movimiento telúrico, con intensidad de 7,3 en la escala de Ríchter, trajo consigo que medio Capacho quedara en ruinas, y que se produjeron averías en ciudades como Lobatera, Michelena, Colón, Borotá, Táriba y San Cristóbal, siendo conocido el daño que sufrió la Iglesia San Juan Bautista, como cuenta Aníbal R. Martínez en El Camino de Petrolia.

Más detalladamente, este fenómeno tuvo lugar a las 11 horas 20 minutos de la mañana, trayendo por consecuencia que, sobre las aguas de la quebrada y del río Quinimarí, que surcaba los terreros de la hacienda La Alquitrana, ubicada en las cercanías de la población de Rubio, y propiedad de Manuel Antonio Pulido Pulido, se extendiera una película iridiscente del aceite que brotaba de la tierra.

La ubicación exacta la indica Aníbal R. Martínez en el texto citado, de la siguiente manera:

“El campo La Alquitrana está situado en el valle del curso medio del río Quinimarí, a dieciocho kilómetros al suroeste de San Cristóbal y a ocho kilómetros al sur de Rubio”.

Este hecho ayudó al doctor Carlos González Bona, a convencer a su paisano barines, Pulido Pulido, de que iniciara los trabajos pertinentes para su extracción, pues González Bona, algunos años antes, ya había estudiado la naturaleza de aquel hidrocarburo, y lo más importante, conocía la relevancia y el poder que empezaba a tener a nivel mundial.

Persuadido por su amigo, el 02 de septiembre de 1878, Pulido comunicó al gobierno del Estado Soberano del Táchira, el hallazgo y pidió formalmente una concesión para la explotación del mineral. La solicitud fue aprobada al día siguiente, llevando por nombre “Cien Minas de Asfalto”, y autorizaba la explotación en espacio de 100 hectáreas de tierra.

En este punto es importante señalar que, para entonces, según los dispuesto en la Constitución Federal, aprobada el 13 de abril de 1864, correspondía directamente a los gobiernos de los diferentes estados del país, crear las leyes y normas para regir la explotación de sus recursos naturales, cambiando así lo que se venía cumpliendo bajo el Código de Minas, decretado el 04 de enero de 1855.

Por esta razón, el Táchira tuvo la potestad de aprobar el 13 de enero de 1876, un Código de Régimen que otorgaba al presidente del Poder Ejecutivo el poder para aprobar las solicitudes para concesiones mineras, como la introducida por Pulido.

Pues bien, una vez realizados los trámites exigidos, para el 12 de octubre de aquel mismo año, 1878, Manuel Antonio Pulido Pulido, José Antonio Baldó y Ramón María Maldonado, los tres de profesión agricultor; junto al médico Carlos González Bona, y a los comerciantes José Gregorio Villafañe (hijo) y Pedro Rafael Rincones, fundan la primera empresa petrolera de Venezuela, bajo el nombre de “Compañía Hullera del Táchira”.

Fundadores:

Tomado de la revista Los Pulido, Boletín N.º. 4., de Carlos Lisson Pulido.

Según anotación de Carlos Lisson Pulido, en la revista Los Pulido, Boletín N.º. 4., cuatro años después, el contrato de la formación fue presentado y firmado formalmente en la Oficina Subalterna de Registro del Distrito San Cristóbal del Estado Táchira, el 31 de Julio de 1882, y se estableció la oficina principal en una casa que tenía en la ciudad el doctor González Bona. Fue en ese justo momento cuando se acogió el nombre de “Compañía Nacional Minera Petrolia del Táchira”.

Al momento de su formación, la empresa fue constituida con un capital de 100.000 Bs., dividido en 1.000 acciones de 100 Bs. cada una, donde el gobierno nacional poseía únicamente, por fuerza de ley, 40 acciones.

Las acciones se dividían de la siguiente manera:

Tomado de El Camino de Petrolia, de Aníbal R. Martínez.

Merece ser acotado que en varios trabajos se expone que Petrolia fue la pionera a nivel de América Latina en la extracción y refinación de petróleo, pero hay registros de dos compañías que precedieron, una fundada en la provincia argentina de Jujuy, el 20 de septiembre de 1865, bajo el nombre de Compañía Jujeña de Kerosene, según cuenta Daniel Barneda, en La Compañía Mendocina de Petróleo y la explotación del Yacimiento Cacheuta. Revista Petrotécnica.

El otro emprendimiento en esta misma área, sucedió con la Compañía Explotadora del Golfo de México, formada en 1868, según refrenda Santiago Olán Suárez en Historia de la industria petrolera en México.

Más sí fue, con la producción obtenida del pozo “Eureka 1”, pionera a nivel nacional en explotación industrial de petróleo, uso de sistemas de producción por bombeo mecánico, refinación de crudo, y exportación de productos derivados. Además, las otras empresas mencionadas, tuvieron una vida considerablemente corta, mientras la Petrolia se mantuvo en funciones por más de cinco décadas.

En ella se produjo kerosén, carbolíneo (líquido usado para proteger la madera de la putrefacción), gasolina, y alquitrán (brea). Los productos eran vendidos, desde 1883 en las poblaciones cercanas como Rubio, Santa Ana, San Cristóbal, Michelena y San Antonio. Y fuera de las fronteras llegaban hasta Cúcuta y Pamplona, como cuenta Pablo Villafañe en su libro, Apuntes históricos del Táchira 1883 – 1983.

Un dato interesante del contrato de creación de la empresa es que se acodó que Pedro Rafael Rincones, socio de la compañía, sería enviado con los gastos pagos a Estados Unidos para formarse dentro del negocio petrolero e hiciera las diligencias para adquirir la maquinaria necesaria para la extracción del mineral.

El viaje que realizó Rincones en 1879 a Pensilvania, le permitió absorber conocimiento en los campos petroleros instalados en la zona, llegando a convertirse en el primer técnico petrolero de la historia de Venezuela. Además, tenía la labor de comprar en Nueva York los aparatos necesarios para emprender las labores de perforación, función que cumplió a cabalidad.

Su ruta desde la ciudad de los rascacielos hasta La Alquitrana le tomó dos meses. Teniendo que viajar en un primer momento en barco hasta Maracaibo y de allí a Encontrados, para luego montar en el lomo de las mulas la maquinaria que por caminos rurales trasladó sin descanso. Aníbal R. Martínez, en el libro citado, cuenta que tan solo la barrena de taladrar, pesaba 650 kilogramos, sirva esto para hacerse una idea de lo complicado que debió ser su traslado.

Se hace importante también decir que Rincones, oriundo de San Cristóbal, y quien inició su vida en la compañía con un paquete de 87 acciones, fue el fundador de “The Petrolia Star”, el primer periódico institucional que existió en el país. Allí, el técnico petrolero apuntaba en sus cuatro páginas, y usando el seudónimo de “Mr. Córner”, los pormenores suscitados en el campo petrolero que ya para marzo de 1883, extraía del pozo “Eureka”, 230 litros diarios de crudo.

Y como era esperarse, su procesamiento se llevaba a cabo en lo que fue la primera refinería que tuvo el país, una que inició con una capacidad de destilación de 2.000 litros al día. Esto brindó la oportunidad de empezar, según cuenta Carlos Lisson Pulido, en su mencionado trabajo, de poder destilar 165 galones de kerosén, 150 galones de gasoil y 60 galones de gasolina, quedando 220 galones de residuos.

Estas primeras producciones hicieron posible que se iluminaran por las noches las viviendas ubicadas en Rubio y Santa Ana, y que posteriormente se encendieran luces en La Plaza Mayor y la fachada de la Iglesia de San Cristóbal, un acontecimiento que congregó a los ciudadanos y dio muestras claras de progreso a través de la iniciativa privada.

En octubre de 1886 se perfora el pozo “El Salvador”, denominado así porque impidió que la compañía quebrara tras perforara sin éxito otros pozos. “El Salvador” producía dos metros cúbicos al mes, con tan solo una perforación de 86 metros.

Un cambio en la legislación del país que vale la pena acotar, es que en el Código de Minas promulgado el 3 de agosto de 1887, se estableció que el estado ya no tendría participación accionaria en las compañías, sino que cobraría un impuesto de arrendamiento, puesto que primera vez se separaba explícitamente suelo de subsuelo, y con ello, sus respectivas propiedades.

Y habría que esperar hasta la promulgación del Código de Minas del 29 de marzo de 1891 para leer entre sus líneas la palabra “Petróleo”, que según cuenta Xuan Tomás García Tamayo en el ensayo La Petrolia del Táchira y sus Fundadores, deriva del latín “petra” que significa piedra, y de “óleum”, que significa aceite. Otros nombres que recibe este mineral, comenta García Tamayo, es, “brea, alquitrán, betún, aceite de pez, aceite mineral, oro negro y estiércol del diablo”, como le llamó en innumerables ocasiones Juan Pablo Pérez Alfonzo.

Mientras los políticos que creaban y cambiaban leyes intentaban comprender el petróleo, la Petrolia seguía trabajando diariamente, y ya para los primeros años del siglo XX, estableció sus oficinas en Caracas, exactamente en la casa N.º 9 de la calle Oeste 1-Santa Capilla a Carmelitas. En este punto, sostiene Aníbal R. Martínez, a diferencia de Lisson Pulido, que es cuando se cambia el nombre a “Compa­ñía Nacional Minera Petrolia del Táchira”.

Sea como fuere, se sabe por el ensayo La Historia Petrolera Venezolana. La Petrolia. El “Acuerdo de Achnacarry” y la Petrolia del Táchira, de Fernando Travieso, Elvia Tinedo, Oriadna Rivas y Luis Lucena, que para 1887 ya había en La Alquitrana ocho pozos perforados, con una profundidad máxima de 95 metros.

Y ya entrado el siglo XX, el médico González Bona expone el 3 de enero de 1908, lo que será el primer boletín de la producción petrolera en Venezuela, con datos que asientan que la producción de 1905 a 1907 fue de 990 barriles de petróleo, la marca número uno impuesta en el país.

Datos de producción:

Se conoce que más adelante, entre 1912 y 1927, la comercialización de los productos derivados fue de Bs. 128.969,56, con una reinversión de Bs. 9.817,11, según Aníbal R. Martínez. Y ya para 1921, se tenían dos alambiques con capacidad para 4.800 litros.

Más de 10 años después, al momento de acercarse el vencimiento de la concesión, el 8 de abril de 1934, Dolores Pulido de Brown, hija menor de Manuel Antonio Pulido Pulido, intentó sin éxito aumentar su duración. Al tiempo se supo que la misma había sido otorgada por el gobierno nacional otorgó a la Venezuelan Oil Development, la cual nunca realizó trabajos en las extensiones de La Alquitrana.

Durante este último año, la compañía mantenía una cifra de 600 galones de crudo diarios. Acota Aníbal R. Martínez en su obra, que, durante el mes de junio de 1938, quedó reseñada la refinación de “640 litros de gasolina, 800 litros de querosén, 1.600 litros de gasóleo (como ahora se llamó a la carbolina), y 1.000 litros de alquitrán”. Y según Pablo Villafañe en su mencionado libro, las actividades prosiguieron hasta 1945.

De esta manera concluyó la vida de la primera empresa petrolera venezolana, la misma que impuso la primera marca en cuanto a producción de barriles de petróleo a nivel nacional, construyó la primera refinería, e imprimió el primer periódico institucional, y con cuya gasolina se llenaron los tanques de los primeros automóviles que llegaron a San Cristóbal y a Rubio. Todo un ejemplo de emprendimiento y función empresarial tachirense que vale la pena rememorar para tener presente de lo que se puede alcanzar cuando los individuos son libres para actuar.

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