El efecto que estas nuevas empresas tendrán podría ser tan grande que la región vería reducir sustancialmente los índices de criminalidad y delincuencia

Por Jorge Chacón Solar

El negocio de la seguridad privada mueve decenas de miles de millones de dólares al año en Latinoamérica, una región llena de delincuencia y de graves problemas de seguridad. Lamentablemente, este sector está compuesto por empresas que en su inmensa mayoría suelen ofrecer servicios de seguridad muy ineficientes, obsoletos y costosos. Este sector ya está en un estado de obsolescencia tecnológica completo y por ello están entrando nuevas empresas disruptivas start-ups a modernizarlo.

¿Cuál es el principal objetivo de un servicio de seguridad? Sencillamente, es prevenir que se cometa algún hecho delictivo. La inmensa mayoría de los esfuerzos y recursos se concentran en la prevención. En segundo lugar, suponiendo que lamentablemente ocurra algún delito, la empresa que ofrece los servicios de seguridad debe tener la capacidad técnica y humana para acompañar a las autoridades inmediatamente en su esclarecimiento y en la identificación de los culpables.

Las fallas y errores de la mayoría de las empresas de seguridad actuales son enormes. La recolección de datos como cédulas de identidad y placas de los vehículos es manual y se anota en una libreta que nadie más vuelve a revisar. Esta es una gran falla porque esto significa que los datos no se procesan de ningún modo y además se almacenan de una forma muy insegura y cualquiera puede acceder a ellos. Esto es particularmente delicado para hoteles, moteles, bares y demás lugares que deben proteger la discreción de sus usuarios.

La tecnología de Circuitos Cerrados de Televisión (también llamada CCTV) también es muy arcaica. No solo porque lo más común es que muchas de las cámaras instaladas o sus redes de cableo estén dañadas, sino porque la misma calidad de la imagen es mínima y se reduce cuando es de noche o llueve. No se logra reconocer con facilidad las características físicas de las personas o vehículos.

Los sistemas de alarmas también son ineficientes ya que por lo general se activan (si es que lo hacen) después de que se ha cometido la irrupción en el lugar a custodiar, como la casa o la oficina, y suelen quedar inutilizados por fallas eléctricas y de internet, que son bastante comunes. Las cercas eléctricas también pueden quedar desconectadas en estos casos.

La capacidad profesional de los vigilantes es mínima. Para comenzar, es común que no tengan los equipos tácticos que deberían tener para realizar correctamente su trabajo: botas con tejidos impermeables, libres de metal, suelas anchas y antideslizantes y con protección de tobillos; tampoco usan uniformes tácticos impermeables y elásticos; no tienen chalecos de seguridad ni antibalas; usan linternas viejas que dejan de funcionar cuando se mojan por lluvia y que tiene 20 lúmenes (una interna LED de alta potencia alcanza 4.000 lúmenes de potencia); los sistemas de telecomunicación son deplorables y generan ruido que alertan a los delincuentes; no tienen tasers eléctricos ni algún otro dispositivo de defensa, su única arma es un bolillo fácilmente inutilizable; por último, no tienen el entrenamiento en defensa personal o combate cercano ni la condición física para neutralizar ninguna amenaza.

¿Qué están haciendo las nuevas empresas de seguridad? Actúan desde varios frentes. En primer lugar, se enfocan en la prevención, que es un proceso que identifica y neutraliza amenazas. Para ello, las empresas de seguridad modernas usan una combinación de técnicas y tecnologías como APPs especiales de escaneo de documentos, que detectan si el documento es real o no y envían inmediatamente la imagen a una base de datos en la nube que protege los datos y extrae la información, cotejándola en tiempo real con bases de datos públicas de la policía y otros servicios de seguridad para detectar si la persona es solicitada. Al mismo tiempo, cámaras de seguridad con software de reconocimiento facial y de placas hacen lo mismo. Todo esto sucede en cuestión de segundos. Esto logra identificar a la personas y almacenar sus datos de forma segura.

En segundo lugar, en el caso de que se materialice la amenaza, los funcionarios que prestan seguridad están bien pertrechados con todos los equipos necesarios para realizar eficientemente su tarea, y tienen entrenamiento permanente en defensa personal, combate y primeros auxilios. Las cámaras ya no son circuitos cerrados de TV, porque estos sistemas son obsoletos y ahora fueron reemplazados por circuitos de videovigilancia conectados a centrales remotas que activan automática y autónomamente alarmas, reflectores de luz, altavoces y micrófonos ante cualquier amenaza detectada.

En tercer lugar, crean sistemas de redes en los que cada unidad de vigilancia, ya sea un edificio, fábrica o casa, está conectados entre sí y la información y alertas generadas por una unidad se transmite en tiempo real a una central que procesa y almacena todos los datos; de esta forma, todos se protegen entre todos. Esto es particularmente importante porque al conectarse entre sí crean economías de escala y las empresas pueden cobrar un precio muy bajo mientras que ofrecen un servicio cuya calidad va aumentando constantemente. Es decir, las nuevas empresas de seguridad pueden ofrecer un servicio muchísimo mejor que sus competidores tradicionales a un precio menor.

El efecto que estas nuevas empresas tendrán en la seguridad de los habitantes de Latinoamérica podría ser tan grande que la región tendría la posibilidad de reducir sustancialmente, por primera vez en su historia, los índices de criminalidad y delincuencia. 

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