Las empresas y los países que comprendan esta nueva dinámica y se muevan rápidamente en esta dirección, serán quienes conduzcan la economía mundial

Por Jorge Chacón Solar

Las empresas y los países que moverán la economía mundial en este siglo, serán quienes sean capaces de manejar y beneficiarse de los datos. No importa si se trata de empresas de minería, agrícolas o financieras; tampoco importa si se trate de países asiáticos, americanos o europeos, solamente aquellos que sepan manejar los datos, podrán sobrevivir y crecer en el siglo XXI.

La Inteligencia Artificial, tan de moda en los últimos años, será una de las mayores revoluciones tecnológicas en la historia de la humanidad. Y, ¿de qué se alimenta la Inteligencia Artificial? De datos. Miles de millones de datos. Estados Unidos y China lideran por mucho la carrera en el desarrollo de la Inteligencia Artificial y, por supuesto, de áreas subyacentes: análisis de grandes datos, algoritmos generativos, deep machine learning, large machine learning, robotización, automatización, entre otros.

Debo decirlo con brutal honestidad: en Venezuela no hay datos. Simplemente no existen. La cantidad de datos generada por los habitantes de nuestro país es tan pequeña que no es posible construir importantes soluciones tecnológicas a los graves problemas que tenemos.

Son varias las razones que explican esta escasez de datos. En primer lugar, los inocultables problemas de infraestructura del país, en particular la poca velocidad de internet y de navegación con datos, los cortes eléctricos y la poca cobertura de internet. En segundo lugar, la baja capacidad adquisitiva del venezolano promedio explica que la mayoría de personas tengan celulares de baja gama y antiguos que no sean idóneos para transmitir información. En tercer lugar, la misma desconexión tecnológica tan grande que sufre el país es causa y consecuencia de la escasez de datos: la mayoría de venezolanos no usa soluciones tecnológicas para su día a día. Por último, también hay que mencionar que existe un grave y vergonzosa falta de iniciativa empresarial para traer soluciones tecnológicas a Venezuela.

Esta última razón debe analizarse con más detalle. Los emprendimientos tecnológicos en nuestro país son muy pocos porque la mayoría de emprendedores ni siquiera saben de qué se trata ese tema. En términos muy simples, se tratan de iniciativas que buscan crear y/o adaptar soluciones tecnológicas a las condiciones específicas del mercado objetivo (que en este caso, es el mercado venezolano). Podemos poner muchos ejemplos.

Un robot puede recoger información en tiendas online del país sobre los precios en dólares y/o bolívares de alimentos, materiales de construcción y precios de viviendas, de manera tal que se pueda construir un índice de precios robusto y en tiempo real. Esta información es vital para cualquier empresario que quiera realizar negocios en Venezuela porque le permite pronosticar más acertadamente sus flujos de caja y ganancias futuras.

Los chatbots reemplazarán los call centers tal y como los conocemos. En Venezuela, en términos generales, la experiencia de compra por internet (la cual se enfoca en compra por redes sociales) es profundamente traumática y frustrante, por decir lo menos. Un chatbot puede solucionar este problema de forma inmediata y tiene un costo desde los 10 dólares mensuales. Se podrían pedir cotizaciones de cualquier cosa y el usuario recibiría la información al instante.

La experiencia de pago también es muy decepcionante. Son muy pocos los establecimientos que aceptan pagos online y con tarjeta porque la mayoría prefiere recibir efectivo (sobre las condiciones que suelen poner para aceptar los montos y calidad de billetes, mejor ni hablar). En todo el mundo, la tendencia es justamente la contraria: cada vez son más frecuentes los pagos sin efectivo, e incluso sin tarjeta, porque se puede pagar directamente con celulares.

Los datos sobre precios son fundamentales para cualquier empresa. Por ejemplo, las empresas de seguros, préstamos y de servicios de salud pagarían enormes cantidades de dinero para recibir información sobre la evolución de los precios y sobre las características de sus clientes potenciales.

Estos emprendimientos son de rápida implementación, fácilmente escalables a proporciones enormes y requieren de inversiones muy pequeñas. Justamente como los necesitan los jóvenes emprendedores del país. 

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