Roymer Rivas busca indagar en un concepto que pueda ofrecer una definición de «poder», un verbo que siempre ha despertado el interés de las personas por parecer que es determinante en todo cuanto ocurre

Por Roymer Rivas

Muchos son los textos filosóficos y las discusiones en torno al “poder”, pero ¿Qué es el “poder”? Este constituye una de esas palabras que todos conocemos de forma tácita, pero que al momento de intentar articularla formalmente se dificulta explicarlo debido a todo lo que allí compete.

Si bien, por lo general, las discusiones sobre “el poder” tienen que ver con la legitimidad de su uso, y no la comprensión del mismo per se. Y considero que esto es un error en la medida en que no podemos arreglar toda una estructura si primero no se sientan las bases. Por ello, en busca de ayudar a la comprensión del término, que más tarde servirá de guía para las discusiones en tanto a si es bueno o malo, legítimo o no, determinado uso del poder —o el poder en sí mismo—, expondré algunos pensamientos interesantes. Comencemos.

En principio, el término “poder” proviene del latín ‘posse’, que alude a “ser capaz de, ser posible, hacer posible, tener gobierno sobre algo”, y éste a su vez deriva del verbo ‘esse’, que significa “ser, estar, existir”, por tanto, etimológicamente podemos dar dos definiciones de “poder”; (i) capacidad de hacer algo; (ii) capacidad de hacer que otra cosa haga algo. Por ello es que el concepto está muy ligado a la idea de movimiento y las relaciones entre las cosas que se mueven —cosas que existen y dan posibilidad al movimiento, cabe decir con el objeto de incluir ‘esse’ en el concepto—; en sentido puro, todo lo que se mueve y puede hacer mover las cosas es porque posee “poder”.

Ahora bien, aclaro que separar las dos caras del poder es solo un juego del lenguaje para fines didácticos, porque ambos en realidad son la misma cosa —o acción, para ser más exacto—; si A puede hacer B, la posibilidad de B siempre será en relación a la capacidad que A tenga de someter algo a su alrededor; a modo de ilustración, si A vuela, encuentra resistencia en la gravedad. En el mundo, toda acción o movimiento siempre encontrará resistencia, por lo que la posibilidad de (i) siempre vendrá acompañada de (ii) y viceversa. De allí que Michel Foucault diga que “donde hay poder, hay resistencia”, porque siempre hay tensión entre las partes en movimiento, que se mueven y hacen mover.

De lo anterior deriva que el poder no tiene un contenido en sí mismo y por sí mismo, no es algo que alguien toma como un absoluto y que exista por sí mismo, sino que cobra sentido sólo en las relaciones entre las cosas. El poder es el concepto ineludible de todo sistema, donde las partes se relacionan, no es un resultado, no es un fin, simplemente es acción pura en tensión. Comprender esto es necesario para comprender las dinámicas del poder en la sociedad, pues aquí se agregan otros parámetros de suma importancia —parámetros que cobran mayor sentido sobre lo que aquí describo—.

Resulta que la sociedad es producto de la interrelación entre humanos, que a su vez se encuentran en constante relación con el resto de cosas, así que hay poder. Pero, a diferencia de sus otras manifestaciones, las características de éste poder es que tiene una intencionalidad, pues los humans son seres que actúan siempre en busca de un objetivo, poseen eso que llamamos “voluntad”. Por tanto, el poder en tanto concepto estrictamente humano no es más que la acción que ejerce un humano, o grupo de humanos, sobre otros humanos.

Recordando nuevamente a Foucault: “El poder no es, sino que se ejerce”. El poder es acción de sometimiento e/o influencia, y como tal siempre se encuentra en resistencia —A somete a B solo porque es más fuerte que la resistencia de B; A influye positiva o negativamente en B porque la resistencia de las ideas de B fue menos fuerte que las de A; etc.—.

Absolutamente todo lo que nos rodea tiene poder sobre nosotros, pero también nosotros sobre las cosas que nos rodean. Las acciones que realicemos en función de uno u otro serán determinadas por el grado de fuerza y resistencia que ejerzamos o nos encontremos en el camino.

Los medios de comunicación “pueden” influir sobre las personas, el poder lo ejercerán cuando crean lo que dicen; el padre puede influir sobre su hijo, o someterlo, y el poder será efectivo en el momento en el que el niño cese de resistir —si acaso lo hace—; lo mismo con el Estado u otra relación humano-humano.

En este sentido, podemos afirmar que el poder no es bueno o malo per se, pues siempre existirá en toda relación. Sin embargo, esto no impide hablar de la legitimidad del poder; aunque no del poder del tornado al mover una roca, sino de la que un humano ejerce sobre otro, porque la “legitimidad” también es un concepto que cobra sentido en el humano. Para esto es necesario relacionar el poder con otros conceptos, como el respeto a los derechos, por ejemplo: libertad y propiedad. Del mismo modo en cómo el concepto de poder cobra sentido gracias a la relación entre cosas, la legitimidad del poder cobra sentido en la relación entre la moral, la naturaleza del humano y los derechos que derivan o se sostienen de estos.

No obstante, las discusiones que se presentan en este último punto son infinitas, y dejo a criterio de cada lector si el ejercicio del poder puede ser considerado bueno o no, legítimo o no, en función del contexto y cómo se estén dando las cosas.

Mi fin en este texto era eliminar de algún modo las connotaciones negativas que algunos tienen cuando escuchan el término “poder”, e invitarlos a reflexionar y comprender que el mismo está inexorablemente ligado a toda relación, especialmente entre humanos. La pregunta a responder no es si el poder es bueno o malo, sino qué poder es bueno o malo y por qué —estimo que ver las cosas así da una visión más amplia de la realidad en la que estamos sumergidos y cómo dar solución a los problemas que aparecen en toda relación humana—.

En este orden de ideas, y para finalizar, te invito a preguntarte: ¿Qué poder tengo yo sobre otros y cómo lo ejerzo? Y ¿Qué poder tienen otros sobre mí y cómo lo ejercen? Las preguntas y sus posibles respuestas sirven para todo tipo de casos —relaciones—, pues, al final toda relación es dinámica de poder.

Roymer Rivas es coordinador local senior de EsLibertad Venezuela y teórico del Creativismo Filosófico.

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