Por Diego Mendoza

De 1860 en adelante, la producción y exportación de este rubro en los estados andinos creció a tal punto que fue el motor de la creación de empresas, casas comerciales, caminos y vías férreas.

Si bien el café ya se producía para su comercialización en diferentes estados del país, sería después de la segunda mitad del siglo XIX cuando cobra una importante relevancia en la economía nacional, llegando a convertirse en el principal producto de exportación. 

Táchira, Mérida, Trujillo, y en una menor medida Lara, hicieron de la actividad cafetalera la impulsora del desarrollo de una región que junto al Zulia, funcionó como una especie de comunidad de estados, que florecían gracias a los lazos de la red comercial que incluso se extendió a los departamentos colombianos de Santander y Norte de Santander.

Ya para 1896, Venezuela se convirtió en el segundo productor mundial de café, sólo superado por Brasil. A su vez, era el primero entre los grandes productores mundiales de cafés suaves, como apunta el blog Minuta Agropecuaria.

Cuadro tomado de Jesús Mora Contreras en su ensayo La estructura económica venezolana que encontró la industria petrolera: una aproximación.

En este panorama de permanente flujo de mercancías, el Zulia jugó un papel importante, puesto que en Maracaibo se encontraba el puerto del cual zarpaban barcos cargados con fardos de café con destino a los mercados de Europa y Estados Unidos, hecho que puso en el mapa de muchas casas comerciales a estos estados al occidente de Venezuela que poca relación mantenían con los estados orientales y de la costa central, muchos de estos afectados por permanentes revueltas como la Guerra Federal (1859 – 1863).

La actividad cafetalera que logró prosperar en esta zona del país, condujo a que para 1921, existiera en Maracaibo, el Banco de Maracaibo, el Banco Comercial de Maracaibo, una agencia del Banco de Venezuela, una sucursal del Banco Mercantil Americano de Caracas, y de The Royal Bank of Canada, y una agencia de The National City Bank of New York, más las casas comerciales establecidas por alemanes e ingleses, según reseña Jesús Mora Contreras en su ensayo La estructura económica venezolana que encontró la industria petrolera: una aproximación.

A su vez, hizo que en el Táchira se iniciara la construcción y el mejoramiento de caminos a través del trabajo conjunto entre dueños de haciendas y casas comerciales con las Juntas Directivas de Fomento de carácter gubernamental, como apunta Elma Hernández Amaya en el ensayo Caminos, carreteras y comercio del Café en la Frontera colombo – venezolana en el Siglo XIX.

Así mismo, fue gracias al auge de este rubro que se fundó el pueblo de Rubio, en Táchira, y que Tovar en Mérida, desplegó una actividad comercial que supera por mucho a la de la capital merideña, como sugiere Jesús Mora Contreras en su mencionado trabajo.

Sumado a ello, hizo que capitales privados emprendieron la construcción del llamado Gran Ferrocarril del Táchira y del Ferrocarril de La Ceiba, aunque, tiempo después, el primero gozó de privilegios dados por el estado para fomentar su uso, y que terminan elevando los costes sobre el transporte, como reseña Elma Hernández Amaya.

Todo lo mencionado es lo que a su vez conduce a que en 1921 se realizara en el Táchira el primer Congreso de Agricultores, Ganaderos, Industriales y Comerciantes de Venezuela, como apunta Mora.

Es pues, el café, el motor de desarrollo que perdura más o menos hasta la segunda mitad del siglo XXI en Venezuela. Todo un proceso que condujo a que se creara de manera espontánea y descentralizada una red comercial que se extendía hasta suelo colombiano y que colocó a los estados andinos en boca de capitalistas de Europa y Norteamérica, a la vez que sus habitantes iban mejorando su calidad de vida.

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